La Biblia está llena de historias sorprendentes, pero pocas tan conmovedoras y profundas como la de Rut. Ella no solo fue una extranjera en tierra ajena, sino también una mujer marcada por el dolor, la pérdida y el rechazo. Sin embargo, su historia dio un giro inesperado que la llevó a formar parte del linaje de Jesucristo. Este relato es un testimonio poderoso de cómo Dios puede transformar lo ordinario en extraordinario.
¿Quién fue Rut?
Rut era una mujer moabita, originaria de una nación pagana que muchas veces fue enemiga de Israel. Su historia comienza en el libro bíblico que lleva su nombre, situado justo después de los tiempos oscuros de los Jueces. Ella se casa con un hombre israelita, pero tras la muerte de su esposo, su suegro y su cuñado, queda sola junto a su suegra Noemí.
La decisión que cambió su destino
Cuando Noemí decide regresar a Belén, su tierra natal, le dice a Rut y a Orfa (su otra nuera) que regresen a sus hogares y a sus dioses. Orfa acepta, pero Rut toma una decisión radical:
«No me ruegues que te deje y me aparte de ti; porque a donde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios, mi Dios.» (Rut 1:16)
Esta declaración no solo es un acto de lealtad, sino una conversión espiritual. Rut deja atrás todo lo que conocía para seguir a Noemí y al Dios de Israel.
Una extranjera en Belén
Rut llega a Belén siendo viuda, pobre y extranjera — tres condiciones que, en la cultura de la época, la colocaban en la parte más baja de la escala social. Para sobrevivir, ella comienza a espigar en los campos durante la cosecha, recogiendo lo que quedaba después de los segadores.
Sin saberlo, ella trabaja en el campo de Booz, un pariente de Noemí, que más tarde se convertiría en una pieza clave de su redención.
Booz: El pariente redentor
Booz es presentado como un hombre noble, justo y compasivo. Él nota la dedicación de Rut y su bondad hacia Noemí. A través de una serie de costumbres y leyes de la época, Booz actúa como “pariente redentor”, una figura legal que podía rescatar a una mujer viuda casándose con ella para preservar el linaje del difunto.
La historia culmina en un acto de redención: Booz se casa con Rut, restaurando no solo su dignidad, sino también su futuro.
Del rechazo a la honra
De este matrimonio nace Obed, el abuelo del rey David. Esto significa que Rut, la moabita, es bisabuela de uno de los reyes más grandes de Israel… y, más adelante, parte del linaje de Jesucristo.
“Salmon fue el padre de Booz, cuya madre fue Rahab. Booz fue el padre de Obed, cuya madre fue Rut. Obed fue el padre de Isaí.” (Mateo 1:5)
Rut, una mujer extranjera, rechazada y sin esperanza, es colocada en la genealogía del Salvador del mundo. Su historia nos recuerda que no importa de dónde venimos o cuál ha sido nuestro pasado: Dios puede usarnos para propósitos eternos.
Lecciones que podemos aprender de Rut
1. La fidelidad abre puertas
Rut no eligió el camino fácil. Su fidelidad a Noemí y a Dios la llevó a un destino que jamás habría imaginado. A veces, la obediencia parece no tener recompensa inmediata, pero con el tiempo, los frutos llegan.
2. Dios no discrimina
En una sociedad donde las mujeres, los extranjeros y los pobres eran marginados, Dios escoge precisamente a una mujer con esas tres características para hacer historia. Esto demuestra que Su amor y propósito no tienen límites.
3. Hay esperanza después del dolor
Rut perdió a su esposo, su hogar y su identidad. Pero Dios le dio una nueva familia, un nuevo propósito y una posición de honra. Su historia es una inspiración para todos los que han experimentado pérdida o rechazo.
4. Los pequeños actos importan
Rut espigaba en el campo, una tarea humilde, pero fue allí donde empezó a cambiar su historia. A veces, en lo cotidiano, Dios está escribiendo capítulos cruciales de nuestro destino.
Un mensaje eterno de gracia
La historia de Rut no es solo un relato histórico. Es un mensaje eterno sobre la gracia de Dios, su capacidad de redimir, restaurar y elevar a aquellos que el mundo descarta. Si alguna vez te has sentido rechazado, sin valor o fuera de lugar, recuerda a Rut. Su vida es prueba de que Dios no se olvida de nadie y que Su plan es mucho más grande que nuestras circunstancias actuales.
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